
Ay, José, que frase más acertada! Cómo con un puñado de palabras diste vuelta mi visión del presente en un páfate.
Me estuve haciendo ecos y lágrimas durante este último tiempo sobre la soledad que nos une y no caí en la cuenta de semejante poder: el de escuchar.
Gracias, amigo, por hacerme recordar que tengo oídos y debo dejarlos ser.
A propósito, un texto lindísimo de Gianni Rodari,
La Oreja Verde
Un señor maduro con una oreja verde
Un señor maduro con una oreja verde
Un día, en el expreso Soria-Monterde,
vi subir a un hombre con una oreja verde.
Ya joven no era, sino maduro parecía,
salvo la oreja, que verde seguía.
Le dije: Señor, usted tiene ya cierta edad;
dígame, esa oreja verde,
¿ le es de alguna utilidad?
Me contesto amablemente:
Yo ya soy una persona vieja,
pues de joven sólo tengo esta oreja.
Es una oreja de niño que me sirve
para oir cosas que los adultos
nunca se paran a sentir;
oigo también a los niños
cuando cuentan cosas
que a una oreja madura parecerían misteriosas...
Así habló el Señor de la oreja verde
aquel día, en el expreso Soria-Monterde.
Gianni Rodari
Gianni Rodari